Cuando he hablado con Rosa Escalona, siento como su persona se expande y siente la necesidad de contar y re-vivir sus experiencias. Su espíritu se dispara y su imaginación unida a su creatividad se manifiesta con exuberancia.
Es necesario anotar
que las estancias en las ciudades señaladas están motivadas por el trabajo de
su esposo, Ingeniero de Caminos, Santiago Falcón. A Bilbao llegó en 1968 y fue
el contacto con una persona, que al conocerla, le indujo a asistir a clases de
pintura y dibujo en el Museo de Reproducciones Artísticas de Bilbao, donde
recibió clases del profesor D. Manuel Balsa Bermejo (fue uno de los niños de la
guerra que marcharon a la Unión Soviética en 1937, regresando a España en 1957)
que le impactó especialmente. Este profesor fue de la escuela de Kandinski.
En 1984 se traslada el
esposo a Zaragoza y Rosa con él, y acude a las clases de la especialidad de
Escultura en la Escuela de Artes y Oficios de Zaragoza, y buscó el Estudio de
Goya. En esa ciudad realizó su primera exposición individual de pintura en la
sala Bonanza en 1986.
En 1988 su esposo
marcha a Madrid y con él, ella, y sigue perfeccionándose en la Facultad de
Bellas Artes de Madrid estudiando la especialidad de ‘Grabado Calcográfico’. En
2019 vino a Jávea donde reside en la actualidad y donde ha establecido el
‘Rincón de Rosa’ en la calle Mayor de la villa.
Es interesante valorar
la riqueza que proporciona la diversidad de centros formativos ya que es más
enriquecedor para la persona pues de cada lugar se obtienen perspectivas
distintas que conforman el todo, artístico, en este caso. Es una mujer activa
por demás, que en el trabajo basa la ley de su vida sobre una exigencia
académica. El proceso pictórico parte el entorno cotidiano del que toma ideas
que luego su imaginación fértil y traviesa lo reelabora. Su pincelada nerviosa
pero madurada nos lleva a una pintura vitalista, ejemplo de temperamento
inquieto pero siempre buscando la creatividad responsable. Figura en el
Diccionario de Pintoras Aragonesas Contemporáneas de Jaime Esain.
Una característica de
su pintura es la aportación de materiales nuevos que ella identifica como
«donde la materia me lleve». Por la incorporación de materiales en sus lienzos,
nos dice que la pintura se toca ya que convive con la misma sobre la tela, el
yeso, el polvo de mármol, restos de paja y arenas de la playa, siendo definida
como pintura para los sentidos.
Pero Rosa no solo pinta, sino que también ha ilustrado el cuento de ‘Celeste, mecánico interestelar’ en enero de 2016 y ha mantenido otras actividades habiendo tenido en Torrelodones entre 2004 a 2019 un estudio-taller-galería como el que luego estableció en Jávea.
Es lo que hizo al
representar el Romanticismo en el Museo Soler Blasco de Jávea el
pasado mes de mayo. Se combinan elementos del teatro, la música y las artes
visuales. En estas muestras existe la presencia del artista y en la utilización
de accesorios y un guion más o menos preciso. La música tiene su importancia
como elemento emocional y motivador. En este caso la pintora se vistió de dama
romántica acompañada de sus dos nietos también con vestuario de la época del
romanticismo.
Solo nos queda
felicitar a Rosa por su trabajo y por su presencia en Jávea.
Artículo publicado en Javea.com
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